Unir la literatura con el paisaje y el entorno natural puede resultar una experiencia muy interesante. Por sus propias características nuestra región puede adaptarse a cualquier tipo de iniciativas, estoy seguro que dará vida, colorido, alegría, vistosidad, ….. y nunca defraudará. La pena es que no existan muchas propuestas de este tipo.
Una vez realizadas las tres Rutas Clarinianas por diferentes lugares del acogedor y peculiar concejo de Carreño, la primera impresión es que se trata de un interesante proyecto educativo de carácter interdisciplinar, “un recurso que permite la vivencia de los cuentos de Clarín en el propio contexto humano y espacial utilizado por el autor, así como el escenario donde vivió”, aunque en general se adapta a cualquier tipo de personas o grupos, entusiastas del paisaje y naturaleza asturiana.
“La narración se encuentra inmersa en el paisaje, en el escenario donde acontecen los hechos”. “Tres son las obras que se exponen y, por tanto, tres los tramos de la Ruta Clariniana: Doña Berta, Viaje Redondo y Boroña, donde Clarín nos muestra el entramado socio-económico y la arquitectura de los valles de Carreño, ese mundo rural que tan bien conocía.”
Para el cuento de Doña Berta, la ruta discurre desde Regueral hasta San Zabornín pasando por Piedeloro. Desde el polideportivo-campo de fútbol de La Mata en Candás seguimos por la comarcal CE-1 hasta llegar a la estación de Regueral, y después de pasar un pequeño eucaliptal encontramos un cruce donde se ubica la primera cita literaria y Punto de Inicio.
Después de cruzar las vías del tren ascendemos por una empinada cuesta hasta llegar a las primeras casas del L`Altu La Ilesia, y Santa María de Piedeloro, la Iglesia románica más importante del concejo.
Pasamos al lado del Centro de Iniciativa Rural y la antigua Escuela de Piedeloro, para finalmente descender hacia Zanzabornín (Zaornín en la obra de Clarín), el barrio de doña Berta de Rendaliego, punto final de este tramo, en las proximidades de la estación del ferrocarril.
Un recorrido de 3,5 km, que está muy bien señalizado con un total de 8 fragmentos o citas literarias del cuento de Clarín y que transcurre a través de tranquilas carreteras y caminos asfaltados, dentro de un ambiente marcadamente rural y con una incesante actividad agrícola y ganadera.
Clarín lo describe de esta manera:
“Pertenece el rincón de hojas y hierbas de doña Berta a la parroquia de Pie del Oro, concejo de Carreño, partido judicial de Gijón; y dentro de la parroquia se distingue el barrio de doña Berta con el nombre de Zaornín, y dentro del barrio se llama Susacasa a hondonada frondosa en medio de la cual hay un gran prado que tiene por nombre Aren. Al extremo noroeste del prado pasa un arroyo orlado de alto álamos, abedules y cónico humeros de hoja oscura, que comienza a rodear en esperial el tronco desde el suelo, tropezando con la hierba y con las flores de las márgenes del agua.”
“Boroña es un cuento que nos narra el regreso de un indiano a su tierra………….. Su madre ha fallecido y él, enfermo terminal del hígado, espera recuperarse aferrándose a un recuerdo, a la boroña que su madre le daba de niño y que le hacía crecer fuerte y sano.
La boroña es el nexo principal de toda la obra, es el elemento que une al hombre con su aire vital. Con sus orígenes.”
Para disfrutar del corto recorrido de este segundo tramo de la Ruta Clariniana, algo más de 2 Km, debemos llegar a las cercanías del conocido restaurante Casa Gerardo en Prendes, km 9 de la AS-19 que une Gijón y Avilés, donde encontraremos un aparcamiento y un cruce, del cual sale la CE-3 que después de una ligera subida a través de buenas caserías nos llevará al punto de inicio.
Atravesamos los barrios de El Riestru, El Cantu y Pesgana, por sinuosos y estrechos caminos asfaltados con subidas y bajadas sin pendientes pronunciadas, en una zona muy tranquila del Concejo de Carreño. El itinerario nos permite contemplar casas y caserías bien cuidadas con hórreos y paneras de diferentes tamaños, hasta llegar al alto de La Calera en Albandi.
Desde la ruta divisamos La Torre o Torruxón de Prendes, una tosca construcción cuadrada de finales del siglo XIV, ubicada en un estratégico lugar con fines defensivos y militares, desde donde se divisa todo el valle hasta las proximidades de la costa.
Poco después, en el alto de El Cantu, la Capilla del Angelín de la Guarda, una pequeña ermita que precede a la Iglesia parroquial de Santa María de Prendes, de reciente construcción, inaugurada en 1999, muy cerca del polígono industrial de Falmuria, antiguo bosque de la Voz, denominado por Clarín como “bosque de Carrió”.
Pero para describir esta zona nada mejor que utilizar la propia narrativa de uno de los grandes en este género literario. Unas frases descriptivas de Clarín sobre Prendes:
“En la carretera de la costa, en el trayecto de Gijón a Avilés, casi a mitad de camino entre ambas florecientes villas, se detuvo el coche de carrera, al salir del bosque de la Voz, en la estrechez de una vega muy pintoresca, mullida con infinita hojarasca de castaños, robles, pinos y nogales, con los naturales tapice de la honda pradería de terciopelo verde oscuro, que desciende hasta refrescar sus lindes en un arroyo que busca de prisa y alborotando el cauce del Aboño. ……………”
Viaje Redondo es un relato autobiográfico que narra los avatares de una madre y su hijo, estudiante, poeta y soñador. Esta vez el itinerario transcurre por Prendes, Guimarán y Logrezana, a través del extenso y pintoresco valle de Carreño.
“Viaje Redondo es el de la existencia, un viaje simbolizado en el pórtico de la iglesia, que era a la vez, escuela de niños y antesala del cementerio.
Efectuando este recorrido se podrán observar algunos testimonios religiosos de este relato, y nos permitirán conocer las inquietudes religiosas de Clarín”.
“El hijo ……. Tenía veinte años. Venía del mundo de las disputas de los hombres. La muerte de su padre le había herido en lo más hondo de las entrañas, …………. A veces le irritaba la resignación de su madre ante la común desgracia, ………. veía en el fervor religioso de su madre el rival feliz de su padre muerto.”
Al igual que en el tramo anterior, el punto de inicio de este tercer recorrido se ubica en la comarcal CE-3, muy próximo a Casa Gerardo en Prendes. Sin duda es el más completo y más largo de los tres, unos 8 km y medio, con 16 citas literarias.
Tiene dos partes bien diferenciadas, una primera en la que el camino, la vieja caleya hoy asfaltada, trascurre entre caseríos y viejas casonas, algunas restauradas, junto con edificios elegantes y modernistas. Disfrutamos de una gran variedad de hórreos y paneras, estilo Carreño, decorados y pintados muchos de ellos, hasta llegar a la iglesia de Logrezana.
Al llegar a la parte alta y girar a la derecha, se inicia el regreso en dirección a Prendes por el Monte o parte alta de esta zona de Carreño, una vez aquí el camino discurre por una zona más abierta, entre eucaliptales, invernaderos, praderías y escasas viviendas. Un lugar más deshabitado y solitario.
A un kilómetro del inicio localizamos la finca solariega de los Alas, la Quinta Clarín, “lugar de sus antepasados, escenario de recuerdos entrañables, y lugar donde el Clarín escritor convertiría en obra literaria la realidad de su entorno: la vida campesina, el paisaje y los avatares de las gentes de Carreño”.
Un poco más adelante el Palacio de los Carreño, un conjunto medieval que aún conserva su antigua estructura, que se completa con una capilla. Perteneció a la familia más importante del concejo.
Sin darnos cuenta llegamos a la iglesia de Santa María la Real de Logrezana o Llorgozana, “a la que Clarín acudía acompañando a su madre doña Leocadia”, una estupenda muestra del románico rural asturiano. El edificio consta de una sola nave y tiene su origen en el siglo XII, aunque muy reformada y restaurada en siglos posteriores.
Tras la última remodelación, el párroco reprodujo distintas piezas del románico que pueden verse a lo largo del recinto que rodea la iglesia, así como el actual pórtico. Está considerada como una de las joyas arquitectónicas de Carreño.
Lector infatigable y gran estudioso, Clarín destacó por sus artículos, de todo tipo, y por sus cuentos. Criticado, quizás odiado, por unos y elogiado por otros, era un gran narrador:
“Doblamos una colina y bajamos a un valle hondo, estrecho; un pozo de verdura que yo desde lo alto había contemplado muchas veces en mis paseos melancólicos, pero al cual no había descendido nunca ……….. por cierto miedo pueril a encontrarme por aquellas pomaradas y castañares de la vega ……..”
“Son las doce de la noche. Todos duermen en mi casa. Las gallinas …….. sueñan, a mi entender. Todo duerme también en el valle …….. Los perros, esparcidos ……. Por todo este valle y del monte de enfrente, y de la colina de castaños y robles que tengo a mi espalda, no deben compartir tal optimismo …….
Me invaden la paz y el silencio de esta dulce noche de un junio de mi tierra, húmedo y tibio, nebuloso, de un gris perla constante en el cielo; de un verde oscuro en las marismas, claro en los prados de tierra adentro, anaranjado y fresco en la punta de las ramas de los castaños, cuya hoja asoma.”
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