La polinización es uno de los mutualismos
más fascinantes de la
Naturaleza y es lo que hace posible la fecundación de las
plantas con flores, asegurando su reproducción sexual y la dispersión de sus
genes.
En realidad la polinización consiste en el transporte
de los granos de polen desde las anteras de los estambres (parte masculina de
la flor) hasta el estigma del pistilo o gineceo (parte femenina de la flor).
En este proceso tan importante para la
supervivencia de las plantas el polen se transmite principalmente a través del
viento (coníferas, cereales, ……) y de los insectos (abejas, abejorros, moscas,
mariposas, avispas, escarabajos, …….) en la mayoría de las plantas con flor,
pero también a través del agua y de animales vertebrados como murciélagos,
pájaros y ratones.
Todos los polinizadores visitan las flores
para conseguir algo para si mismos, que puede ser néctar, polen o ambos. Cuando
están posados, revolviendo en la flor, el polen se pega a su cuerpo y más tarde
puede caer sobre el estigma de otra flor o de la misma.
Sin lugar a dudas, de todos los insectos
polinizadores los abejorros son los más constantes y eficaces. Trabajan muy
rápido, visitan casi el doble de flores por minuto que las abejas, y no son
selectivos con las flores, suele visitar todas las flores que encuentra en su
recorrido. Debido a su tamaño consiguen un mayor contacto con los estambres y
los pistilos que los insectos más pequeños.
Los abejorros permanecen activos durante
todo el año, incluso a temperaturas relativamente bajas y con poca luz. La
lluvia y el fuerte viento no suponen un impedimento para seguir con su
constante trabajo. Muchos dicen que todo sería muy diferente sin los activos
abejorros.
Otro factor positivo que tienen estos
trabajadores insectos es que no se limitan a una zona específica, cambian de
lugar con facilidad y frecuencia, lo que beneficia la polinización cruzada, muy
importante en los cultivos frutales. En este sentido la abeja tiene menos
movilidad.
Resulta curioso pero la estructura del
cuerpo de estos incansables abejorros, al igual que otros insectos similares,
es especial ya que les permite almacenar el polen recogido. En las patas
traseras disponen de unas cestas, donde van acumulando granos de polen que
obtienen de su incesante trabajo, a veces en tal cantidad que dificulta su
vuelo. Pero este polen almacenado no entra en contacto con el estigma, en la
polinización solamente actúa el que está pegado a sus cuerpos.
Se conoce la existencia de varias especies
con colores y tamaños muy diversos, por lo que muchas veces resulta complicado
identificar con precisión alguno de ellos. Uno de los más populares, y de buen
tamaño, quizás sea el “bombus terrestris”, un abejorro negro y amarillo con la
parte final del abdomen blanca.
Pero
no debemos centrarnos exclusivamente en nuestros laboriosos e incansables
abejorros, en plena primavera es fácil encontrar todo tipo de insectos, y cada
uno de ellos en función de su tamaño y características ayuda en la tarea diaria
de la polinización de las plantas.
Las mariposas, por ejemplo, no son tan
activas y persistentes aunque participan transportando el polen de unas plantas
a otras. Pero desempeñan un papel muy importante ya que son excelentes
bioindicadoras del estado de salud de los ecosistemas naturales, más que ningún
otro animal.
Dos de los cuatro estados de desarrollo por
los que atraviesa una mariposa dependen exclusivamente de las plantas: las
orugas son netamente herbívoras y los adultos se alimentan de néctar y polen,
por lo que reflejan con bastante precisión las condiciones de conservación o de
alteración de los ecosistemas.
También hay moscas que son polinizadoras, en
especial las moscas de las flores. No están tan adaptadas como las abejas y
abejorros, no son tan vellosas, pero suelen visitar flores de corola abierta
por el néctar y el polen, contribuyendo en la polinización.
Hay quien afirma que los escarabajos
pudieron haber sido los primeros polinizadores cuando empezó a desarrollarse
este proceso. En el momento presente, los escarabajos están menos adaptados a
la polinización que otros insectos, además sus piezas bucales son masticadoras
y algunos causan daño a las flores cuando las visitan. Algunas plantas son
polinizadas por escarabajos.
El contacto frecuente con tu entorno natural
te suele ofrecer una amplia variedad de situaciones, unas veces inesperadas y
otras desconocidas que, en ocasiones, te hacen ver y contrastar estudios que se
vienen haciendo desde hace años. El descenso de la población de abejorros,
abejas y otros polinizadores es una evidencia que no ofrece dudas.
Los datos, científicamente comprobados, son
muy elocuentes, alrededor del 90 % de las especies de plantas con flores
dependen de los insectos para su polinización. En este sentido hace poco tiempo
Greenpeace ha presentado un informe sobre “el valor económico de la
polinización y la vulnerabilidad de la agricultura española ante el declive de
las abejas y otros polinizadores”.
Asturias puede ser la región más amenazada
por esta desaparición de los polinizadores
debido al gran peso económico que tiene el sector de la fruta en la
agricultura asturiana, en particular el cultivo de manzanas, ingrediente de la
sidra. Su producción podría verse reducida hasta un 90 % por la pérdida de
insectos polinizadores.
En este interesante informe se explica que
el 70 % de los principales cultivos de nuestra agricultura para consumo humano
depende del trabajo polinizador de los insectos. El cultivo de kiwis, del cual
Asturias es el 2º productor estatal, podría llegar a desaparecer ya que depende
totalmente de la polinización por insectos.
Pese a su importancia, tanto para la
seguridad alimentaria como para la biodiversidad, las poblaciones de los
insectos polinizadores han descendido de una forma alarmante. El sector apícola
español denuncia mortandades de abejas entre el 20 y el 40%, incluso superiores
en algunas regiones.
Las propias personas que viven en la zona
rural se han dado cuenta que el aumento en el uso de los insecticidas
autorizados ponen en peligro a los insectos polinizadores, y que la utilización
intensiva de plaguicidas en la agricultura convencional provoca mortandades
masivas de abejas y otros polinizadores.
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