“El ser humano ha dejado su huella en su lucha por colonizar espacios cada vez más alejados de los primeros asentamientos, creando un paisaje único, un mundo de relaciones que jamás se cerró en si mismo, abriendo vías entre la Meseta y el Océano que trajeron y llevaron a sus pobladores allende de los mares y de las imponentes montañas.”
El Camín Real de la Mesa es una milenaria ruta de comunicación entre los pueblos de la Meseta y la Costa Cantábrica, a través de un territorio montañoso en la zona centro-occidental de Asturias.
“Miles de años de idas y venidas por senderos y veredas, ………… el mundo tenía sus límites en los montes en los que todavía se pierde la vista, …..”
Esta ancestral ruta utilizada por los antiguos Astures Transmontanos con capital en Lucus Asturum, Lugo de Llanera, y Astures Cismontanos con capital en Asturica Augusta, Astorga, fue posteriormente acondicionada por las legiones del imperio romano para uso inicialmente militar.
Lleno de leyendas e historia, este lugar de gran belleza, fue durante siglos una de las principales arterias de comunicación para el tránsito de personas, ganados y mercancías, sin olvidar su importancia como itinerario de pastores trashumantes.
Si queremos completar el Camín Real de la Mesa señalizado es necesario salvar un desnivel próximo a los 1700 metros, recorriendo 61 km. en un tiempo aproximado de 17 horas, caminando a pie. Una interesante gesta atravesando la Cordillera Cantábrica hasta llegar a los valles interiores de la cuenca hidrográfica del río Nalón, a lo largo de tres etapas, para concluir en el legendario Puente de Peñaflor en el concejo de Grado.
A partir de Torrestío, un bonito pueblo leonés que atesora una interesante arquitectura rural con algunos hórreos, iniciamos este primer tramo, a través de un camino ancho que se toma a la derecha, al final del pueblo, donde existe una señal indicativa de madera.
A través del Valle de las Partidas el itinerario, bastante bien señalizado, no tiene pérdida. La subida no tiene fuertes pendientes por lo que se lleva muy bien, y al llegar a la altura de Sopeña ya se nota el olor a puertu.
Alcanzamos la Veiga’l Muñón (1768 m) o Puerto de la Mesa, una amplia y abierta zona de pradería con un cierre de alambre con púas que delimita los territorios de León y Asturias.
Por pastizales, desviándonos un poco a la derecha, se desciende poco a poco hasta la Braña de la Mesa, considerada como uno de los elementos relevantes de la montaña asturiana, por su tipología y estado de conservación. A nuestra izquierda la Sierra de los Bígaros.
Varios monolitos jalonan el Camino Real de La Mesa, unos indicando lugares relevantes y otros, los más toscos, reproduciendo miliarios romanos. Antes de llegar a la Braña uno de estos monolitos nos indica: Fuente de los Huesos. El agua, muy fresca, merece la pena.
En el poblado se mezclan tres tipos de refugios, las cabañas que llevan cubiertas de teja, las cabanas con teito de escoba y los toscos corros de planta circular, que rematan en una falsa bóveda de losas o piedras.
Los corros, más propios de brañas remotas como ésta, se utilizaban en verano. A veces van parejos, sirviendo uno para refugio del brañero y otro para guardar los terneros durante la noche.
Dejamos la Braña a través de un placentero camino, y casi en llano llegamos al Colláu El Muru, que tiene este nombre por el muro defensivo que aún se conserva en algún tramo, y que según parece data del siglo V, aquí volvemos a encontrar portilla y alambre.
Más adelante el monolito de la Cuendia de la Mucher (la revuelta de la Mujer), llegando al Collado de La Madalena. Desde aquí se puede bajar a las Morteras de Saliencia y continuar por sendas de pastores, sin perder altura y de braña en braña -Ordiales, La Bárzana, el Cocháu, El Corraguín, El Cuérragu, Las Murias- para descender al valle por La Güérgola de Arbeyales.
La parte alta de la campera de la Madalena puede ser un buen lugar para tomar unos minutos de descanso, después de 10 km-3 horas desde la salida. Además de contemplar y disfrutar de un paisaje típico de montaña, desde las alturas pues estamos a 1550 m., también sirve para apreciar el enorme ingenio que tuvieron los romanos para conseguir un trazado de suave desnivel para salvar la barrera montañosa, enlazando los cordales a través de pasos naturales, desde los que se divisan los profundos y peligrosos valles, y así evitar posibles emboscadas y ataques.
Desde la parte alta del pastizal retomamos de nuevo el camino, con una larga empalizada de estacas a nuestra izquierda, en sentido ascendente durante un buen trayecto. Predominan brezales-tojales, piornales y abedules en los lugares próximos a la senda.
Un mojón miliario nos señala el kilómetro XI y poco después un nuevo monolito de piedra nos indica: Fonte las Barreras 60 mts. Estamos en una de las partes altas del Cordal de la Mesa (1675 m), y una mirada hacia atrás nos permite observar una sugerente panorámica de un tramo del camino recorrido, al fondo la Sierra de los Bígaros.
La señalización es excelente, y se ha cubierto algo más de la mitad del recorrido cuando se alcanza el Colláu Sedernia, a los pies de Peña Negra con 1833 m de altitud, una de las referencias importantes de la ruta, con buena fuente cerca de la cabaña de los guardas forestales.
Desde el cómodo sendero se divisa perfectamente la Braña de Ordiales a la altura del paraje señalado en el mapa como La Retuerta, además de piornales o retamas de la familia Cytisus, hay abundantes acebos, abedules y serbales.
Llamado comúnmente serbal de los cazadores, sorbus aucuparia, este árbol de bastante buen porte, al perder sus hojas durante el otoño, llama la atención por el rojo intenso de sus frutos, los cuales contienen cianuros por lo que debe evitarse su consumo.
Bordeando Peña Negra, se localiza un tramo de empedrado donde se aprecian restos de la antigua Calzada Romana, desde donde divisamos la Braña de La Corra, y un poco más abajo del camino la Braña de Murias.
La Braña de la Corra es un conjunto muy bien conservado de corros y cabañas teitadas, llamadas teitos o cabanones. Este tipo de braña, con fuentes y abrevaderos, vía de acceso desde el pueblo, cercados y prados de siega, es más evolucionado y es el más frecuente en Somiedo. Su nombre quizás se deba a la “corra”, lugar donde se guardaba el ganado.
Después de una pequeña subida localizamos un mojón indicativo de Peña Arcecha, a nuestra izquierda está la Peña Michu, pero las señales nos hacen cruzar los pastizales del Xuegu la Bola, desde donde se ve el valle de Saliencia.
Llegando hasta la vega, puerto, braña y venta de Piedraxueves, una bonita zona de pastos donde hay una laguna temporal o llamarga. El nombre de Piedra Jueves o Petra Iovis proviene de la época de la colonización romana y sugiere la existencia de un ara para el culto a Júpiter en aquellas alturas.
Una vez hemos cruzado este agradable paraje, dejando atrás las cabañas de la braña y la antigua venta a nuestra izquierda, iniciamos un prolongado descenso hasta llegar al Puerto de San Lorenzo donde se dice que en tiempos pasados hubo capilla y venta.
En este descenso tenemos la oportunidad de contemplar un hermoso paisaje de montaña, con unas excelentes vistas de los valles de Somiedo, sin olvidarnos de los numerosos acebos, abedules y serbales, acompañados de brezos y piornos o escobas.
He realizado este tramo del Camín Real de la Mesa en dos días bastante distantes, uno en otoño y otro en primavera. El punto intermedio elegido ha sido el Colláu Sedernia, contemplando Peña Negra. En las fotografías se aprecia este detalle. Una experiencia agradable y muy recomendable, es un verdadero placer caminar por esta ruta, perfectamente señalada.
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