En algunas zonas donde abundan los pinos
observamos una especie de bolsas blancas de seda en la parte alta de los
árboles que nos llaman la atención, sobre todo en la época de invierno.
Se trata de una mariposa nocturna,
Thaumetopoea pityocampa, que se conoce con el nombre de procesionaria. En su
fase de oruga forma grandes nidos entre las ramas y se desplaza formando filas,
de ahí su nombre vulgar. Las larvas se alimentan de las hojas de los pinos,
llamadas acículas, y provocan la desfoliación y deterioro de los bosques; y
además son tóxicas y peligrosas para las personas, ganado y mascotas.
Hace unos meses leí en un interesante
artículo sobre la procesionaria del pino, explicando que puede ser una amenaza
para la salud por la urticaria producida por su oruga. El cambio climático está
produciendo un aumento de la población de procesionaria y de las zonas que
puede habitar.
“Las procesionarias del pino han pasado de
ser una peste del bosque a una amenaza sanitaria debido a su progresión hacia
las áreas urbanas”.
Aunque los últimos estudios realizados nos
indican que a pesar del aumento de poblaciones de esta mariposa, alcanzando
niveles elevados, la procesionaria no está considerada como una plaga forestal.
Los aficionados y habituales en el entorno de la Naturaleza deben
conocer que las orugas están recubiertas por unos pelillos
urticantes que se dispersan y flotan en el aire, produciendo irritación en
piel, ojos y nariz, así como reacciones alérgicas.
¡¡En ningún momento debemos tocar estas
orugas!!
El principal peligro son los daños que puede
originar a las personas, especialmente niños, generados por las poblaciones próximas
a las áreas recreativas, lugares de camping, rutas o senderos, …….en zonas de
pinos.
En animales domésticos, estas orugas son muy dañinas para los más curiosos, como los cachorros de perro (los gatos son más cautos), al intentar morder o tocar esta hilera en movimiento, o un nido que se haya caído ya que contiene pelos urticantes. Los síntomas son bastante claros: inflamación de labios, boca y cabeza en general. El animal intenta rascarse, babeando exageradamente. Sería necesario consultar con el veterinario.
En animales domésticos, estas orugas son muy dañinas para los más curiosos, como los cachorros de perro (los gatos son más cautos), al intentar morder o tocar esta hilera en movimiento, o un nido que se haya caído ya que contiene pelos urticantes. Los síntomas son bastante claros: inflamación de labios, boca y cabeza en general. El animal intenta rascarse, babeando exageradamente. Sería necesario consultar con el veterinario.
Durante el verano aparecen las mariposas,
las hembras se sitúan en las ramas del pinar y liberan feromonas, unas
sustancias químicas que atraen a los machos, se aparean y la hembra suele poner
unos 200 huevos alrededor de las acículas de los pinos.
Al ser una mariposa, sufrirá un proceso de
metamorfosis hasta convertirse en adulto. Las orugas o larvas nacen a los 30 ó
40 días de la puesta, es decir, a partir de mediados de septiembre.
Permanecerán siempre juntas y empezarán a construir sus nidos o bolsones de
seda, cada vez más grandes y con más seda, de manera que cuando están en pleno
invierno alcanzan su mayor tamaño. Es su refugio para protegerse del frío.
Los días empiezan a crecer y las larvas cada
vez se alimentan con más insistencia, hasta llegar a la 5ª muda, la última, que
es cuando son más grandes y voraces, son más urticantes y provocan una
incesante desfoliación.
Cuando está finalizando el invierno o llega
la primavera, desde febrero a primeros de abril, las orugas descienden en fila
al suelo, de ahí el nombre de Procesionaria. No existe una justificación
científica pero se ha comprobado que es una hembra, es decir una oruga que se
convertirá en un adulto hembra, la que dirige la procesión.
Tienen como meta meterse bajo tierra para
pasar a la fase de pupa o crisálida. Durante el verano las crisálidas
eclosionan y surgen las mariposas, que curiosamente tienen un período de vida
muy corto, tan solo dos o tres días.
Durante algunos días de marzo y abril
resultan curiosas y llamativas las procesiones de estas orugas por los caminos
que atraviesan bosques de coníferos o pinares. Recordar algo fundamental, los
pelillos brillantes y blanquecinos de las larvas producen urticarias graves en
la piel humana, por lo que no debemos tocarlas. Con estas orugas hay que tener
un especial cuidado.
Otro dato interesante es que algunas salen
ese mismo año, pero muchas permanecen enterradas 1, 2, 5 o más años. Estarían
como si fuesen semillas esperando un verano adecuado para convertirse en
mariposa y salir. Por este motivo es muy difícil tener un control real y
efectivo de las poblaciones de esta mariposa en una zona determinada.
Con una fumigación masiva no eliminaríamos a
todas las procesionarias de un bosque de pinos, ya que siempre vamos a tener
una reserva de pupa debajo del suelo que llegado el momento pueden salir y
volver a infectar la zona. Además está comprobado que estas fumigaciones causan
daños graves a la fauna y flora del lugar ya que afectan a otras especies, por
lo que no es una buena estrategia para combatir a esta molesta y dañina
oruga.
Parece comprobado que la solución más adecuada
es dejar que actúen los depredadores naturales, sobre todo parásitos y los
pájaros que viven en el mismo hábitat. El carbonero común, un pajarillo muy
abundante en la región asturiana, es capaz de abrir las bolsas y sacar las
larvas para alimentarse; y al dejar abiertos estos consistentes envases de seda
permite a otros pájaros hacer lo mismo. La abubilla, bastante escasa al norte
de la Cordillera Cantábrica ,
es capaz de detectar las pupas en el suelo con su largo pico.
En algunos lugares utilizan medios físicos,
es decir eliminan los bolsones cuando las orugas están dentro. Se cortan las
ramas, se apilan y luego se incineran, destruyendo las orugas.
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