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viernes, 17 de agosto de 2018

Cudillero, pixuetos y caízos



   Aunque no existe documentación precisa los indicios nos llevan a pensar que los pobladores iniciales de la villa de Cudillero eran pescadores que huyendo de los normandos eligieron este lugar por su privilegiada ubicación y abundante pesca, posiblemente procedentes del norte de Europa o Irlanda, incluso gusta escuchar antiguas leyendas que nos conducen a un posible origen vikingo.



   La palabra Cudillero tiene su origen en “codo” o “codillo” debido al especial perfil del terreno donde está ubicada esta peculiar villa, siempre mirando al puerto, ……. y al mar. 


   Desde épocas medievales estuvo dividida en dos barrios, por un lado los pixuetos, familias de pescadores que ocupaban los lugares cercanos al puerto, en el otro los caízos con gentes dedicadas a otras ocupaciones ajenas al mar. Durante mucho tiempo vivieron al margen unos de los otros, con bastante menosprecio. Una separación verificada hasta hace pocos años.



   A pesar del paso de muchas generaciones los pixuetos han sabido conservar algunas costumbres, creencias y peculiaridades propias, como es su habla ‘pixueta`  con un vocabulario, ritmo musical de las palabras y una manera de expresarse propia de los pescadores.



   En la actualidad parece evidente que todos los que viven en la villa de Cudillero se consideran pixuetos, y existe la ilusión, por parte de algunos, de conservar este extraño y entrañable dialecto que está muy unido a la tradición e historia de estas gentes.



   La mejor opción para llevar a cabo nuestra propuesta es utilizar la antigua carretera N-632 en el tramo que comunica Muros del Nalón hasta el desvío de Cudillero-El Pito, donde encontramos una inesperada finca que alguien acertadamente denominara, salvando las distancias, como el pequeño Versalles asturiano.



   La Quinta de Selgas es un suntuoso palacio de estilo neoclásico con unos llamativos jardines de inclinación francesa, donde aparecen estatuas, estanques y separaciones geométricas. En su interior se conservan numerosas piezas de arte, un acreditado museo con obras de gran calidad.



   Dejamos atrás la lujosa Quinta, sede de la Fundación Selgas-Fajalde, y la desmesurada iglesia de Jesús Nazareno parar girar en la primera desviación a la derecha, atravesando las casas de La Atalaya, hasta llegar al amplio aparcamiento del cementerio.



   Estamos en la parte más alta de la villa, un pequeño y pronunciado descenso nos acerca hasta abordar el mirador de la Atalaya, y un poco más abajo el mirador de la Garita, dos vigilantes balcones que nos permiten otear la urbe casi desde el cielo.



   En estos palcos naturales nos atrapa la brisa con olor a la marina, a la derecha el faro y a la izquierda el colorido sucesivo de las casas, con la presencia del puerto y el sonido inconfundible del majestuoso mar.


   Caminamos a través de la calle Cimadevilla, también conocida como “Corredor sobre tejados”, hasta llegar al Mirador del Picu, la disposición escalonada de la villa nos permite contemplar y apreciar la panorámica desde cualquier esquina o rincón.


   Desde cualquier lugar de Cimadevilla oteamos la Iglesia de San Pedro, allá abajo sobresale por su relevante volumen, llamada también La Catedralina, levantada a mediados del siglo XVI aunque reformada posteriormente, y reconstruida en el XX. Posee altas paredes con abultados contrafuertes que casi consiguen la misma altura que la torre campanario.



   Luego la Plaza de San Pedro, y subiendo por una escalinata llegamos al Ayuntamiento ubicado en la antigua fortaleza medieval  de los Omaña,  conocida como El Palación. Un paseo ineludible es el que parte del viejo muelle hasta la Punta Rebollera donde se encuentra el faro que custodia la entrada del puerto.



   Desde el faro se domina el moderno puerto pesquero de Cudillero, defendido por un vigoroso espigón. Sin el encanto del coqueto puertecito anterior, la espaciosa dársena se muestra llena de lanchas y barcos de pesca de todos los tamaños y colores, con la compañía irreemplazable de las ruidosas gaviotas, constatando la importancia de la pesca en este rincón costero.


   Paseando por el puerto disfrutamos de una espectacular vista de la villa, muy fotogénica, parece que todas las casas han sido cuidadosamente colocadas culminando en el anfiteatro de la Plaza de La Marina, declarado Conjunto Histórico de Interés Cultural, quizás la imagen más popular de Cudillero.



   Es importante añadir que los pixuetos no olvidan L`Amuravela, una de las tradiciones más antiguas de esta villa de pescadores, todos los años el 29 de Junio. No se pueden precisar sus orígenes, se han perdido con la propia historia, pero aún conserva el entusiasmo de estas gentes.


   L`Amuravela es un sermón laico, una crónica en verso de los acontecimientos del año, lleno de ironía, sorna y mucha gracia, dirigido a San Pedro que está presente y figura como testigo, en la Plaza de La Marina, donde se coloca una engalanada barca desde donde un pescador lee el pregón en dialecto pixueto.


   ………. Para aquellos que nos encanta mirar al mar y el ambiente marinero, aunque no hayamos crecido con la marea, asomarse a Cudillero resulta inevitable. Esta visita nunca defrauda.



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