Asturias esconde entre sus valles y montañas arcaicos enclaves históricos de particular interés y singular valor etnográfico. Estamos en el corazón de la zona más occidental de la región, tierra de leyendas y viejas tradiciones.
Cruzando sierras y bosques nos introducimos en el concejo de Allande, atrás quedan algunas aldeas en completa soledad. El Puerto del Palo constituye un ascenso incesante rodeado de un paraje accidentado y fascinante.
En el descenso la carretera nos hace pasar por Montefurado cuyo nombre nos recuerda que en estos montes existieron excavaciones de oro desde la época de los romanos. Más abajo Berducedo, Buslavín y finalmente en El Collado la desviación a San Emiliano.
Allande ha logrado conservar el carácter de antiguos lugares agazapados y preservados en el tiempo en medio de un paisaje de media montaña que suele encantar a los visitantes y viajeros que transitan por esta zona.
Un distinguido ejemplo es el pueblo de San Emiliano, declarado conjunto artístico y pintoresco desde 1971. Su visita seduce, encanta y merece la pena. Resulta agradable pasear rodeados de piedra inmersos en un lugar de otra época.
Casas con muros y escaleras, hórreos y paneras con pegollos especiales, tejados de pizarra, ………. acomodan un sitio distinguido, con una mezcla de elementos medievales, rurales y armoniosos, donde se impone el silencio y la tranquilidad.
En medio de esta pintoresca aldea sobresalen la Casa de la Torre, posiblemente del siglo XVI, decorada con cuatro escudos donde destacan una torre cuadrada de tres pisos y la cubierta de pizarra que abarca a los diferentes elementos de la edificación; y a su lado la Iglesia de origen románico de San Emiliano o Santo Miyao.
La aldea de San Emiliano está ubicada en el límite occidental del concejo de Allande, rayando los de Pesoz e Illano, y cercano al Embalse. Se acomoda en una vertiente presenciando el lecho ajustado del río Navia, que transita evadido tras rebasar la Presa.
En San Emiliano no hay misterios ni leyendas, el progresivo envejecimiento de la población y el declive generalizado de la actividad ganadera en la mayoría de los concejos asturianos nos ha llevado a este incesante despoblamiento en las zonas rurales.
Orgullosa de su amplio pasado y de su reconocido y exquisito patrimonio, del encanto y diversidad de sus paisajes, así como de su singular y agradable ubicación, ha conseguido preservar sus particulares detalles que la distinguen.
A los visitantes y adictos a estos rincones del entorno rural, solamente nos queda felicitar y agradecer a los actuales lugareños y sus numerosos antepasados, por habernos permitido tener el privilegio de contemplar esta recóndita joya de nuestra región.
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