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martes, 9 de diciembre de 2014

Isla La Deva



   Por el concejo de Castrillón transcurre un atractivo tramo de la conocida Senda Norte o Senda Litoral, desde el playón de Bayas hasta Arnao, de unos 10 km., disfrutando de playas, acantilados, paisajes y elementos ambientales de gran valor.
   En esta ocasión el protagonismo lo lleva la isla La Deva, a través de un pequeño recorrido de esta misma Senda desde el Cabo Vidrias hasta la Punta del Cogollu, a la altura del Mirador de Bayas.



   No hace mucho tiempo en esta zona existía un centro de interpretación y un observatorio ornitológico, aprovechando antiguas instalaciones de la Real Compañía Asturiana de Minas, hoy Asturiana de Zinc, por lo que se adecuaron y habilitaron senderos con paneles informativos muy interesantes y zonas de observación perfectamente preparadas, creando un entorno natural excepcional. Es una pena el abandono y deterioro de estas instalaciones. 



   En la costa asturiana existen unas 14 islas, tan diminutas que en la mayoría de los casos se las llama islotes, aunque luego hay otras que aún formando pequeños archipiélagos, apenas tienen entidad o nombre propio. De entre ellas, a  350 metros de la costa, se encuentra la isla La Deva, la mayor de las islas del litoral asturiano, un promontorio cuarcítico con unas dimensiones aproximadas de unos 550 por 300 metros en sus ejes y una altura de 89 metros.



   Su nombre proviene de una divinidad prerromana asociada con el culto al agua. Deva es la diosa celta del mar, de las emociones y los sentimientos. Todas esas pequeñas cosas que han quedado al descubierto al bajar la marea se consideran propiedad de la diosa Deva. Existen cuentos, leyendas y rituales en las playas más escondidas de nuestra costa en torno a la Diosa, como el “Mensaje de amor en una botella”.


   La isla está englobada en el mismo Monumento Natural que el extenso Playón de Bayas, el estirado arenal que se extiende hasta la desembocadura del Nalón, que podemos contemplar desde uno de los miradores, una vista fantástica. Con sus tres kilómetros de extensión es el mayor arenal de Asturias y tiene interés ecológico por el importante sistema de dunas eólicas costeras. 



   Desde cualquier punto se puede contemplar la “rasa costera” más próxima, y con la excelente panorámica de los acantilados podemos apreciar la estratificación, los pliegues y su inclinación. Por otra parte se observa cómo la erosión marina está actuando, pues hay materiales recientemente desprendidos y otros en distintas fases de desprendimiento.


   Debemos tener en cuenta que el rasgo más característico de la costa asturiana en general, y de esta zona en particular es la rasa costera, una plataforma litoral que con el paso del tiempo se ha convertido en un andén costero debido a la abrasión marina, donde se alternan imponentes  acantilados verticales de varias decenas de metros, con hendiduras por las que desaguan ríos cortos. La punta de Vidrias constituye un importante saliente de la costa asturiana y sus materiales geológicos son similares a los del cabo Peñas. Por favor, en esta zona sea prudente.



   Cuenta la historia que a principios del siglo XX se comenzaron a extraer cantos rodados de los acantilados de Bayas, destinados al proceso productivo de la fábrica de Arnao, dada su alta composición cuarcítica. Al principio se extraían directamente de la base del acantilado y  se transportaban en gabarras hasta la ría de Avilés para desde allí llevarlos hasta la factoría de Arnao.
   Por otra parte, debido a que el mal estado del mar impedía el uso de las gabarras durante los meses del invierno, la Compañía utilizaba también transporte por tierra con carretas tiradas por bueyes que llenaban con piedras y cantos cogidos directamente del acantilado situado al este del playón de Bayas.


   La superficie de la rasa que se asoma al acantilado y la propia isla está cubierta por una vegetación de bajo porte y discreta. En las duras condiciones, con fuertes y persistentes vientos y mucha salinidad, se desarrollan principalmente comunidades de matorrales de tojos y brezos.


   Los acantilados de esta zona se han convertido en observatorios ornitológicos de gran riqueza pues la Isla la Deva, de paredes abruptas pero con cornisas y llamativos huecos, tiene gran valor como lugar de nidificación o refugio de aves marinas. Aquí anida una numerosa colonia de la gaviota patiamarilla, así como el cormorán moñudo, el paíño europeo y el halcón peregrino.  


   El cormorán grande, otras especies de gaviotas e incluso la garza suelen utilizar la isla como refugio o dormidero invernal. Es posible que la lagartija roquera mantenga aquí una subespecie endémica del islote La Deva, debida a su aislamiento.
 


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